El primer jueves de cada noviembre se celebra el día internacional contra la violencia y el acoso en la escuela, cayendo este año en día 03 de noviembre. Este día se propone debido a una problemática creciente que se ha ido observando en los colegios y escuelas de todo el mundo, desde fases tempranas de la enseñanza (educación primaria) a superiores (escuela secundaria y otros) y que incluye no solo el acoso que puede llevarse en las aulas, sino también el ciberacoso o acoso que se produce mediante las redes sociales.
Qué es el acoso escolar o bullying
El acoso escolar o bullying es la violencia que se lleva a cabo en el entorno escolar, sufrida por alumnos por parte de otros alumnos. Es decir, un niño sufre violencia (cibernética, verbal, psicológica, física) por parte de su grupo de iguales. También es posible que las agresiones sean llevadas a cabo por profesores del centro escolar o que estos permitan el acoso escolar de los alumnos, sin poner remedio a las acciones llevadas por los alumnos.
Los estudios varían sobre el porcentaje de alumnos que ha sufrido algún tipo de acoso escolar por parte de sus compañeros, que va desde un 30% a un 60% de alumnos víctima de bullying.
Tipos de violencia escolar
Existen diversos tipos de violencia y/o acoso que los alumnos pueden ejercer en contra de sus compañeros. Se debe entender que el bullying es una conducta constante realizada de manera intencionada contra una víctima (con el objetivo de hacerla sufrir) y este tipo de violencia se pueden englobar según si es:
Física: agresiones llevadas a cabo contra un compañero con intención de herirlo y/o lesionarlo de forma física, ya se mediante el uso del propio cuerpo (agresor) o de objetos.
Psicológica: agresiones de tipo verbal y/o emocional con la que se pretende socavar la autoestima de la víctima mediante acciones como aislamiento, rechazo, insultos, rumores, etc.
Sexual: agresiones de carácter sexual que se llevan a cabo sin consentimiento contra la víctima mediante acciones como toqueteos, coerción sexual o la violación.
Ciberacoso: agresiones de tipo psicológico y/o sexual que se producen a través de las redes sociales con la intención de acosar, atacar o amenazar a la víctima, mediante el envío y/o la publicación de mensajes, fotos y/o vídeos. Es un tipo de intimidación en auge en los últimos años, debido al aumento de la popularidad de las redes sociales y su fácil acceso, que ha permitido que la violencia escolar se traslade fuera de las aulas y llegué a otros entornos y se produzca en cualquier momento (ya no solo en horario escolar, sino en cualquier momento del día y de la semana).
Niños con trastornos neuropsicológicos y bullying
Cualquier niño puede ser víctima de acoso escolar y no existe un tipo de niño en concreto que sea el centro de este tipo de agresiones. No obstante, si es cierto que existe un grupo de niños que suelen ser más vulnerables, los que son considerados “diferentes” por sus compañeros o que se comportan de forma “extraña” en contra de lo considerado como normal.
Algunos de los motivos por los que un niño puede ser más vulnerable y ser víctima de acoso escolar es la apariencia física, la etnia, pertenecer a otra cultura, hablar otro idioma, estatus social, orientación sexual, dificultades físicas y/o psicológicas, etc.
De este modo, aquellos niños que sufren trastornos o dificultades neuropsicológicas, ya sea que hayan nacido con estos o se hayan ido desarrollando en la infancia o adolescencia, tienen estadísticamente más probabilidades de sufrir acoso en el ámbito escolar en comparación con aquellos compañeros que no sufren de este tipo de dificultades.
Son muchos los trastornos o dificultades neuropsicológicas que pueden se pueden presentar en la infancia o adolescencia, por lo que a continuación mencionaremos algunos:
Discapacidad: Uno de los factores que aumenta el riesgo de ser víctima de acoso es el hecho de padecer algún tipo de discapacidad. Se observó que respecto a sus compañeros sin dificultades, el hecho de padecer discapacidad (sobretodo en la franja de 13-15 años) incrementa enormemente la riesgo de sufrir acoso. Una de las explicaciones que se da a este hecho es la poca información que los alumnos tienen respecto a la discapacidad, dificultades y efectos.
Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH): Es un grupo que puede tener tanto el papel de víctima, como el de agresora. Debido a las dificultades de atención, control de los impulsos e hiperactividad inherente del trastorno, las personas con TDAH pueden ser estigmatizadas por su comportamiento por el grupo de iguales. De este modo, su comportamiento puede provocar rechazo, lo que llevaría a conductas de aislamiento por parte de su entorno. No obstante, también se ha observado que estas mismas conductas de impulsividad e inatención, pueden llevar a que este perfil de niños se conviertan en agresores.
Trastorno del Espectro Autista (TEA): los menores que presentan TEA suelen tener dificultades a la hora de comunicarse y comprender las dinámicas e interacciones sociales. Es por eso que son más vulnerables a padecer acoso por parte de sus compañeros. En algunos casos, la misma víctima no será capaz de analizar y entender la situación vivida como negativa o de acoso, debido a sus dificultades de comprensión social, lo que la hace más vulnerable ante este tipo de prácticas.
Epilepsia: los menores con epilepsia pueden presentar crisis epilépticas (con convulsiones, pérdida de conciencia o conducta inusual), así como dificultades de memoria, atención, velocidad de procesamiento y lenguaje. Las dificultades cognitivas que presentan ya pueden ser un factor de riesgo, pero si el menor sufre una crisis que es presenciada por el grupo de iguales, puede verse rechazado o aislado, debido al poco conocimiento que los compañeros tengan de la enfermedad.
Prematuridad o bajo peso al nacer: los menores que nacen con prematuridad o bajo peso al nacer suelen presentar dificultades de tipo cognitivo y psicológico, debido a que el proceso de desarrollo intrauterino no ha sido el adecuado. Estos menores pueden tener dificultades físicas, intelectuales, de funciones ejecutivas y aprendizaje. Es por ello que ante estas dificultades, el riesgo de ser víctima de acoso por parte de los compañeros aumenta.
Efectos del bullying
Los efectos que tiene el bullying en las personas que lo sufren puede ser devastador en múltiples áreas, ya sea a nivel individual, académico, social y/o adaptativo, y que puede tener efectos en el tiempo a corto o largo plazo.
Ser víctima de violencia en la escuela produce una serie de consecuencias en las víctimas en diferentes ámbitos de su vida. Uno de los efectos más visibles es la falta de pertenencia a la escuela, lo que hace que el menor no se sienta seguro o sienta que no pertenezca al entorno escolar. Por lo que prefiere no acudir a este, desee trasladarse a un nuevo centro escolar o abandone los estudios. Por otro lado, el sentimiento de aislamiento que sufre la víctima le lleva a sentir que no tiene un grupo de pertenencia, lo que produce a su vez un sentimiento de exclusión y retraimiento en la persona, haciendo que se vuelva más cerrada (a veces se puede considerar que es introvertida o tímida, pero no es así).
En general, los niños que sufren acoso escolar muestran peor rendimiento académico, peor capacidad de integración y mayor tasa de abandono escolar.
Los efectos a nivel psicológicos que pueden observarse provocados por el acoso sufrido empiezan por un empeoramiento de la salud mental de la víctima. Puede ir desde ansiedad, sentimientos de soledad, depresión hasta ideación suicida, autolesiones o tentativa de suicidio. También es común que aparezcan trastornos del sueño, baja autoestima, autopercepción negativa, entre otros. Además, son personas que buscan vías de escape a su sufrimiento, por lo que pueden recurrir al consumo de sustancias (tabaco, cannabis, alcohol y/o otras drogas).
A nivel físico, en los niños que sufren violencia de tipo física, también pueden existir secuelas de las heridas o los daños que sufren. También es posible que comience a experimentar problemas de enuresis (incontinencia nocturna), dolores abdominales, cefaleas, malestar general y otros síntomas físicos.
Cómo prevenir y actuar contra el bullying
Para que el acoso en las escuelas pueda prevenirse es necesario el esfuerzo conjunto de diferentes agentes sociales. No es solo educar a los menores, lo que permitirá concienciar sobre esta problemática, sino que también deben implicarse los padres, docentes, políticos, etc.
Es muy importante el factor educativo en los menores, respecto a las diferencias o dificultades que se pueden presentar en otros niños, y para ello deben educarse primero los propios adultos. Además, es fundamental educar a los niños en afectividad, empatía y emoción, para que comprendan la importancia de tratar bien a las personas y cómo pueden tratar los conflictos de forma adecuada. Los adultos también deben formarse en este ámbito. La detección temprana y la puesta en marcha de medidas es lo que permitirá que el bullying no genere un efecto negativo a largo plazo o permanente en la víctima y que puedan pararse los episodios contra la víctima de forma temprana, impidiendo que estos evolucionen o aumenten su intensidad.
De este modo, algunas de las actuaciones que pueden implementarse en contra de la violencia en el entorno escolar son:
Educar a los alumnos sobre la violencia en los colegios, sus efectos y consecuencias. Es importante educar también en las diferencias que puede haber entre personas y la importancia del buen trato a todas las personas.
Crear programas de integración en las clases, que hagan que se formen vínculos entre los alumnos y evitar así la exclusión. O al menos, poder identificarla más fácilmente.
Crear entornos seguros en las escuelas donde los alumnos puedan acudir para contar sus temores y preocupaciones sin que se sientan juzgados por ello.
Dotar a los alumnos de herramientas para actuar frente a situaciones negativas o que les generan dolor.
Mantener las vías de comunicación alumnos-adultos abiertas e todo momento, para que puedan acudir en caso de necesidad.
Escuchar atentamente las preocupaciones y temores de los alumnos.
Educar a los padres y docentes sobres la violencia en los colegios, sus efectos y consecuencias. La importancia de conocer las señales de alarma y las actuaciones a llevar a cabo en caso de detectarse un caso de acosos escolar.
Dar ejemplo de cómo debe ser un entorno seguro y de buen trato hacia las personas, así como de las consecucioncitas ante malas actuaciones.
Mayor control de las redes sociales en los menores por parte de los padres.
Seguimiento de la violencia y el acoso escolar en casos identificados.
Establecer un marco jurídico y político en contra de la violencia en el entorno escolar.
Establecer pautas de actuación entre diferentes agentes (escuela, policía, personal médico, etc.) a la hora de detectarse casos de acoso escolar.
Referencias bibliográficas
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