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Foto del escritorElisabet Soler Felsner

El lóbulo frontal

Anatomía del lóbulo frontal

El lóbulo frontal es el último de los 4 lóbulos cerebrales que queda por mencionar y uno de los más importantes, debido a las múltiples funciones que realiza y su papel en las denominadas funciones ejecutivas. Estas funciones son las consideradas de orden superior y que permiten a las personas llevar a cabo tareas de planificación, flexibilidad cognitiva, inhibir y controlar los impulsos, organizar, etc.

Se localiza en la parte anterior del cerebro limitado con el lóbulo parietal y el lóbulo temporal y su tamaño es el mayor de todos los lóbulos, siendo una tercera parte del total del cerebro.

Se divide en dos grandes zonas, la corteza motora (mitad posterior) y corteza prefrontal (mitad anterior). Estas dos cortezas a su vez se pueden dividir en otras áreas. Así, en la corteza motora se distinguen una corteza motora primaria, una corteza premotora y el opérculo frontal. Se considera que la corteza motora primaria se produce el inicio de la actividad motora de carácter voluntario y en la corteza premotora la programación de la actividad motora. Respecto al opérculo frontal, este se encarga de funciones relacionadas con el lenguaje expresivo.


Mientras en que la corteza prefrontal se centra toda en su área prefrontal, encargada de funciones ejecutivas, planificación de la conducta y emociones.

  • Corteza motora primaria: es el área encargada de dar las órdenes para que se lleven a cabo los movimientos voluntarios. Como ocurre con el lóbulo parietal, en la corteza motora primaria hay una representación de las partes motoras del cuerpo, denominada homúnculo motor de Penfield, con mayor área de las encargadas de los dedos de manos, pies, cara y músculos fonatorios.

  • Corteza premotora: Esta área se encarga de programar las actividades motoras. Esto lo hace en base a experiencias motoras anteriores, permitiendo así la automatización y memorización de conductas motoras, permitiendo una ejecución de movimientos fluidos y rápidos.

o Córtex premotor: especializado en preparar los movimientos programados.

o Área motora suplementaria: encargada de la planificación y coordinación de movimientos complejos.

o Campos visuales de los ojos: encargado de los movimientos oculares, tanto los automáticos como los voluntarios. Trabaja conjuntamente con el lóbulo occipital.


  • Opérculo frontal: encargada de coordinar movimientos bucales, laríngeos, faríngeos y de órganos respiratorios, para participar así en el lenguaje expresivo.

  • Corteza prefrontal:

o Área dorsolateral: área que tiene conexiones con el resto de lóbulos y participa en funciones de memoria de trabajo, organización, conducta, razonamiento, conceptualización e iniciación de acciones. Permite la integración de información sensorial y de estado de ánimo (sistema límbico) para la ejecución de procesos cognitivos. Participa también en el control motor mediante selección de movimientos adecuados.

o Área cingulada: tiene conexiones con córtex premotor, prefrontal y límbico y es muy importante para procesos motivacionales, en la iniciación de las acciones y en atención sostenida.

o Área orbital: tiene conexiones con el sistema límbico, la amígdala, área prefrontal, área cingulada, hipotálamo, etc., y se encarga de seleccionar objetivos y controlar procesos emocionales. También recibe información sensorial (gusto, olfato, vista, audición, somatosensorial y visceral) para su participación en la toma de decisiones.

Funciones del lóbulo frontal

El lóbulo frontal trabaja conjuntamente con el resto de lóbulos en funciones como lenguaje y memoria y es el encargado principal de las funciones de orden superior o funciones ejecutivas. Así pues, el lóbulo frontal participa o se encarga de:

  • Atención: el área prefrontal se encarga de los procesos atencionales de atención sostenida y selectiva, participando así en la atención voluntaria y capacidad de concentración e inhibición de estímulos.


  • Memoria: el lóbulo frontal no participa en procesos de codificación de memoria como el lóbulo temporal, pero sí que participa en la memoria contextual (capacidad de situar un evento o dato en el contexto en que ocurrió), temporal (capacidad de ordenar los eventos), prospectiva (capacidad de programas acciones en el futuro) y la memoria de trabajo (capacidad de retener información a corto plazo para posteriormente en tareas).

  • Lenguaje: en el lóbulo frontal encontramos el lenguaje expresivo con una asimetría. Esto significa que el hemisferio izquierdo (área de Broca) se centra en los aspectos fonológicos y la expresión escrita, mientras que el hemisferio derecho se centra en la prosodia y el significado emocional.

  • Control motor: el lóbulo frontal es el encargado de la programación y generación de los movimientos de carácter voluntario y de decidir las actividades motoras que deben llevarse a cabo.

  • Funciones ejecutivas: las funciones ejecutivas son consideradas funciones de orden superior, ya que permiten a las personas razonas, conceptualizar y transformar pensamientos en acciones y planes organizados y sopesados. De este modo, las funciones ejecutivas modulan la conducta humana y permiten resolver problemas complejos.

o Anticipación: Capacidad de prever resultados o consecuencias sin necesidad de poner en marcha acciones.

o Conceptualización: Capacidad de crear categorías o conceptos mentales.

o Establecimiento de objetivos: capacidad de dirigir la conducta y la motivación a una meta concreta.

o Flexibilidad cognitiva: capacidad de adaptar las respuestas y la conducta ante nuevos estímulos, a la vez que se inhiben las respuestas consideradas inadecuadas.

o Fluidez: capacidad de evocar palabras, ya sea en grupos semánticos o por fonología (que inician por una letra, palabra o sonido concreto).

o Inhibición de impulsos: Capacidad de inhibir una conducta atendiendo a la situación en que se encuentra la persona y adecuación de la conducta.

o Iniciación y finalización: capacidad de empezar y acabar de forma autónoma actividades.

o Memoria de trabajo: capacidad de almacenar información relevante durante un corto periodo de tiempo y recuperarla para llevar a cabo una actividad.

o Monitorización: Capacidad que tiene la persona para revisar las respuestas que está dando, sopesar si son correctas o incorrectas y corregirlas en caso de ser erróneas.

o Planificación: capacidad para identificar y organizar las acciones necesarias para llegar a un objetivo. Va desde establecer el objetivo, a generar alternativas, tomar decisiones y ordenar la ideas e información más relevante para la ejecución de las acciones.

o Resolución de problemas: Capacidad de ante un dilema generar respuestas alternativas que sean eficientes y satisfactorias a la nueva situación.

o Toma de decisiones: capacidad de elegir una opción entre varias que puedan plantearse.

  • Regulación emocional: para la regulación emocional participan tanto el lóbulo frontal como el temporal, si bien es el área prefrontal la que tiene mayor impacto en la regulación de la conducta y las emociones y su adaptación según el contexto. Mientras que el área orbital por su relación con áreas límbicas y área prefrontal se encarga de controlar los impulsos y las emociones.

Lesiones en el lóbulo frontal

Cuando se producen lesiones en el lóbulo frontal, ya sea por traumatismo, tumores, enfermedades neurodegenerativas u otros motivos, se producen una serie de consecuencias:

  • Déficits intelectuales: debido a la lesión sufrida, la persona presenta déficits que afectan en la evaluación de su cociente intelectual, respecto al anterior a la lesión.

  • Trastornos de atención: debido a la lesión el nivel atencional de la persona puede verse afectado, siendo las atenciones más complejas (alternante y dividida) las que suelen verse afectadas en mayor gravedad. Asimismo, la capacidad de atención sostenida también suele verse afectada, haciendo que la persona sea más susceptible a distracciones y le cueste mantener la atención o cambiar el foco atencional cuando se requiere.

  • Trastornos de la memoria: Si bien lesiones frontales no producen amnesias severas, como sucede en lesiones de tipo temporal, sí que pueden producirse déficits para recordar contextos en donde algo sucedió (amnesia del contexto), dificultades para recordar el orden en que sucedió un acontecimiento o evento y déficits en memoria de trabajo.

  • Trastornos del lenguaje: la lesión del lóbulo frontal puede provocar afasias como la afasia transcortical motora o la afasia de Broca. Además, se pueden producir déficits de lenguaje no afásicos, donde se observa un empobrecimiento de lenguaje con reducción en la expresión, disminución en fluidez verbal o dificultad para comprender textos complejos, refranes o metáforas.

  • Trastornos motores: lesiones en la corteza premotora o el área prefrontal pueden provocar apraxias (ideatorias, ideomotoras, del vestir, de la marcha, bucofacial, etc.), como ocurre en lesiones del lóbulo parietal. Además, también aparecen dificultades para realizar movimientos voluntarios, presión motora forzada o marcha magnética. También se provoca un efecto de inexpresión facial en las personas con lesiones prefrontales.

Lesiones de los campos visuales frontales provoca dificultades para controlar la mirada voluntaria o mover los ojos al lado opuesto del hemisferio lesionado. Por otro lado, lesiones en la corteza motora primaria produce dificultades en movimientos finos de los dedos, pérdida de potencia y velocidad de los movimientos.

  • Perseveración: las lesiones que se producen a nivel prefrontal y sobretodo en el área dorsolateral provocan lo que se denomina como perseveración, que es la persistencia de respuesta. Esta persistencia se da aunque la persona sepa que la respuesta está equivocada o cambie el estímulo.

  • Trastornos emocionales y de personalidad: los trastornos emocionales y de conducta que se pueden observar tras una lesión en el lóbulo frontal son muy variados, ya que van desde un aumento de la agresividad, impulsividad, irritabilidad, conductas inadecuadas, etc. hasta presencia de depresión, apatía, disminución de la líbido, apatía, pérdida de iniciativa, desinterés, etc.

  • Síndrome frontal: lesiones en el lóbulo frontal provocan una amplia gama de consecuencias a nivel ejecutivo, emocional y de conducta. Es por ello que se pueden distinguir algunos síntomas comunes en función del área afectada.

o Síndrome disejecutivo o dorsolateral: lesiones en el área dorsolateral provocarán déficits a nivel de funciones ejecutivas con dificultades atencionales, de planificación y secuenciación, rigidez mental, fluidez verbal y memoria de trabajo. Además, pueden observarse síntomas depresivos o de apatía.

o Sindrome orbitofrontal: Lesiones en el área orbital provocan dificultades en inhibición de impulsos, lo que suele derivar en conducta social inadecuada o desinhibida, hipersexualidad, hiperactividad y conducta inmoral. Aparece gran impulsividad, déficit en la toma de decisiones y tendencia a la perseverancia y pueden aparecer conductas agresivas y de irritabilidad.

o Síndrome cingular o mesial: Lesiones en el área cingulada provocan la aparición de déficits en iniciación y motivación, con aparición de mutismo, hipocinesia, desmotivación, poca o nula expresión emocional y conducta depresiva.


Referencias bibliográficas


Crossman, A. R. y Neary, D. (2020). Neuroanatomía. Texto y atlas en color (pp. 135-136). Elsevier.


Fernández Gonzalo, S., Jodar Vicente, M., Muñoz Marrón, E., Redolar Ripoll, D., Tirapu-Ustárroz, J. y Turon Viñas, M. (2019). Neuropsicología de las funciones ejecutivas. Editorial UOC.


Portellano, J. A. (2005). Introducción a la neuropsicología (pp. 97-108). McGraw Hill.

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