Anatomía del lóbulo parietal
El lóbulo parietal es uno de los cuatro lóbulos cerebrales, que se encuentra ubicado en la parte superior del cerebro, por encima del lóbulo temporal y separado de este mediante la Cisura de Silvio y adyacente a los lóbulos frontal (por su zona anterior) y occipital (por su zona posterior) respectivamente.
Se considera que se puede dividir en dos zonas en funcionales donde la parte anterior es la relacionada con la función somatosensorial primaria y la parte posterior que se relaciona con la función somatosensorial asociativa.
Funciones del lóbulo parietal
El lóbulo parietal, respecto al resto de lóbulos, es el encargado de procesar información somatosensorial (sensibilidad y percepción) así como de integrar e interpretar información sensitiva, conjuntamente con el hemisferio occipital (información visual). De este modo, en el lóbulo parietal se integra información de los sentidos: táctil, de temperatura, dolor, propiocepción, visión, audición, equilibrio, etc. Además, este lóbulo participa también en procesos de cálculo y memoria.
El procesamiento de la información corporal y de los sentidos se realiza en la zona primaria del lóbulo, que recibe la información de los estímulos percibidos de los receptores sensoriales que tenemos en todo el cuerpo, desde la piel y las articulaciones a los músculos y las vísceras. Estos receptores transmiten la información a los núcleos ventrales del tálamo, dando así información sobre vibración, temperatura, dolor, tacto, presión, movimiento, posición, postura, etc. que termina llegando al lóbulo para su posterior procesamiento e integración.
Para que se ejecute este procesamiento de la información sensorial que se recibe de cada una de las partes del cuerpo, el área somatosensitiva primaria tiene un “mapa” de cada una de las partes del cuerpo representadas. Esta se ubica en el giro postcentral u homúnculo sensitivo y es contiene una representación del cuerpo de forma invertida. Además, las áreas encargadas de procesar cada parte del cuerpo no son representantes en tamaño de las partes del cuerpo de las que reciben información. De este modo, zonas como la cara, lengua y dedos tienen mayor superficie representada en el mapa debido a la cantidad de receptores sensitivos que tienen, respecto de otras áreas.
Respecto a la función que realiza la zona asociativa, esta se encarga conjuntamente con el lóbulo occipital de procesar la información que se recibe del entorno, permitiendo así conocer nuestra posición que ocupamos en el entorno, los objetos que se encuentran a nuestro alrededor y su disposición respecto a nuestro cuerpo. Así pues, es con esta zona que se pueden llevar a cabo movimientos voluntarios y de razonamiento espacial.
Conjuntamente con el lóbulo temporal, el lóbulo parietal participa en funciones de memoria. Si bien, su papel en la memoria es mínimo respecto al lóbulo temporal (principal encargado), ayuda en la memoria a corto plazo en la codificación de la información de información tanto verbal, como no verbal.
Por otro lado, existe una denominada asimetría funcional respecto a ambos hemisferios del lóbulo parietal. De este modo, el hemisferio derecho se centra en información e integración visual y auditiva, mientras que el hemisferio izquierdo está centrado procesamiento de información simbólica y analítica del lenguaje y cálculo.
Lesiones en el lóbulo parietal
Cuando el lóbulo parietal sufre una lesión son varias las consecuencias que pueden observarse.
Crisis focales: pueden producirse crisis sensitivas en el lado opuesto a la lesión donde se manifiesta sensaciones anómalas que suelen ser de corta duración.
Déficits sensitivos: si bien la pérdida de sensibilidad total no es común y no suele llegar a ocurrir, sí que puede producirse una pérdida de sensibilidad o de visión en el lado opuesta a la lesión. También se puede producir la pérdida de la capacidad para discernir sabores (ageusia), dificultad para nombrar objetos (anomia), dificultades para realizar actividades de lectura (alexia), de escritura (agrafia) o cálculo (acalculia), dificultad para orientarse en el espacio y percibir, copiar y clasificar objetos (agnosia aperceptiva).
Síndrome de heminegligencia: trastorno que afecta a la atención que afecta al lado contrapuesto de la lesión y que impide prestar atención a estímulos en el lado afectado. Las personas que lo sufren ignoran los estímulos de un lado del cuerpo, sin ser conscientes de los mismos al no procesar la información, si bien pueden ser redirigidos. No está ocasionado por déficits sensoriales o motores.
Apraxias: trastorno referido a dificultades en la planificación motora, de movimientos voluntarios y ejecución de tareas. Existen diversos tipos de apraxias:
o Ideomotora: apraxia más común centrado en la dificultad de llevar a cabo movimientos voluntarios simples, a la orden o a la copia, previamente aprendidos. La persona por sí misma es capaz de realizar las acciones de forma automática y la apraxia se evidencia cuando se le da carácter voluntario, es decir, hacerlo de forma consciente. La persona podrá despedirse diciendo adiós con la mano por costumbre, pero no cuando se le pide que lo haga.
o Ideatoria: dificultad para realizar secuencias de movimientos donde se observa una desorganización de la secuencia, con mantenimiento de los movimientos simples.
o Bucofacial: dificultad para realizar movimientos voluntarios con la cara, labios, boca o lengua, a la orden o por imitación. De nuevo se observa dicha afectación cuando se imprime carácter voluntario a la acción, pero se realizan las acciones perfectamente cuando son automáticas.
o Constructiva: apraxia que se produce con frecuencia donde se ve alterada la capacidad para organizar información visoespacial, lo que se traduce en déficits para actividades visoconstructivas. De este modo, se observará alteración para copiar el modelo de un dibujo, imitar una construcción de cubos, hacer un puzle, etc.
o De la marcha: Afectación en la capacidad de caminar de la persona con incoordinación de los movimientos de las piernas. Esta afectación se observa únicamente en movimiento y no cuando la persona se encuentra sentada, donde puede mover las piernas de forma coordinada perfectamente.
o Del vestido: apraxia un tanto especial donde se ve afectada únicamente actividad relacionada con vestirse. De este modo, la persona puede observar una prenda sin saber bien cómo usarla, darle la vuelta o tratar de ponérsela de forma errónea. A veces se puede conservar la capacidad de ponerse las prendas correctamente, pero se ve alterada la capacidad para hacerlo en la secuencia correcta, lo que da lugar a personas con calcetines encima de los pantalones o camisas encima de las chaquetas.
Síndrome de Gerstmann: trastorno del esquema corporal donde se observan incapacidad para identificar/nombrar los dedos, desorientación izquierda-derecha, incapacidad para el cálculo (acalculia) y la escritura (agrafia). A veces se pueden dar síntomas adicionales como la dislexia o alteración en comprensión y expresión de lenguaje (disfasia).
Miembro fantasma: trastorno derivado de la amputación o pérdida de una extremidad del cuerpo, donde la persona manifiesta seguir percibiendo sensaciones en dicho miembro perdido. Estas sensaciones van desde cosquilleos y dolor a sentir movimiento. Se considera que este trastorno viene producido por lesiones en los nervios periféricos del muñón o alteraciones de las terminales nerviosas en el lóbulo parietal.
Síndrome de Balint: alteración causada por lesiones bilaterales de la corteza parietal o parieto-occipital. Sus síntomas característicos son una alteración para dirigir la mirada a los objetos del espacio (apraxia ocular), si bien la capacidad de movilidad ocular está preservada. De este modo, la persona es capaz de fijar la vista en un objeto, pero una vez sale de su campo visual le resulta difícil volver a localizarlo.
También presentan dificultades para la coordinación visuomanual (ataxia óptica), que provoca dificultad para dirigir las manos correctamente a un objeto observado de forma visual. La capacidad de percepción espacial respecto al entorno está preservada, así como la capacidad de localizar estímulos no visuales.
Asimismo, muestra dificultades para observar más de un estímulo visual al mismo tiempo (simultanagnosia), con déficits para cambiar el foco de atención de un estímulo visual a otro. Además de estos síntomas relacionados con la capacidad visual, el síndrome de Balint puede presentar otros síntomas como dificultades para percibir la profundidad, heminegligencia espacial o déficits en percepción del movimiento.
Referencias bibliográficas
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Portellano, J. A. (2005). Introducción a la neuropsicología (pp. 89-94). McGraw Hill.
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